Las autoridades de Japón han decretado que a partir de este martes estará prohibido el ingreso al país para los ciudadanos extranjeros. Una decisión orientada a salvaguardar la salud de los japoneses en el marco de la aparición de la variante ómicron del coronavirus.
Además, para los japoneses que regresen al país procedentes de naciones del sur de África «se implementarán estrictas medidas de cuarentena en las instalaciones designadas».
Así lo ha anunciado el primer ministro de Japón, Fuimio Kishida, por lo que, de esta forma, se suspenderá la reciente flexibilización en el acceso a las fronteras del país, tal y como recoge la radiotelevisión japonesa NHK.
Esta decisión se da después de que el propio Kishida haya mantenido una reunión con ministros destacados de su gabinete. En el encuentro se han tenido en cuenta que la nueva cepa se está extendiendo ya por Europa.
«Aunque los expertos todavía están en el proceso de analizar la virulencia y la infectividad de las cepas de ómicron en todo el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está preocupada. Ha sido designada como una cepa mutante», ha expresado el primer ministro ante los medios de comunicación.
Bien es cierto que Kishida ha puesto en valor que Japón cuenta con «la tasa de vacunación más alta entre el G7» y que el mundo «elogia la cooperación de la gente (de Japón) para el autocontrol, incluido el uso de máscaras».
«Estoy dirigiendo la administración pensando que debo ser cauteloso con los riesgos desconocidos. Aceptaré todas las críticas de que soy demasiado cauteloso, aunque todavía no entiendo la situación», ha zanjado el mandatario, quien además ha pedido la «comprensión» de la ciudadanía.